¿Qué es el síndrome post-caída?

Todos a lo largo de nuestra vida hemos sufrido alguna caía tras la cual hemos pasado un tiempo sin poder hacer deporte o incluso salir mucho de nuestra casa sino era con ayuda, pero pasado el tiempo nos recuperábamos y podíamos hacer vida normal como si nada, pero ¿qué ocurre cuando se produce una caída tan brusca que tememos volver a caernos? ¿y si me vuelvo a caer y no me levanto? Eso es el síndrome postcaída, el temor producido a una caída y a volver a caernos, lo que nos genera miedo y hace que dejemos de realizar actividades con la misma seguridad y autonomía de antes, incluso abandonando hobbies o responsabilidades y disminuyendo nuestras relaciones sociales por evitar salir a la calle.

Esta es una situación que pasa mas a menudo de lo que pensamos y al principio puede que no le demos importancia porque es normal moverse poco después de una caída, pero cuando esto se alarga mucho tiempo tiene grandes consecuencias, en ocasiones irreversibles a nivel físico e incluso cognitivo en personas de edad avanzada.

¿Qué causa este síndrome?

Pues son diversas causas, entre ellas esta el dolor ocasionado por la caída, que provoca falta de actividad física y más tarde el temor y ansiedad a otra caída que nos provoque la falta de la movilidad definitiva o prolongada. A esto hay que sumar el temor a no poder levantarse tras la caída, el tiempo que pasó la persona en el suelo, la edad…Todo esto junto a una falta de rehabilitación ocasiona inseguridad y limita la autonomía.

Y hay que sumarle la sobreprotección, la cual, aunque con buenas intenciones, empeora la situación y limita más a la persona, cortándole la libertad que antes podía tener.

¿Cómo podemos evitar este síndrome post-caída?

Pues lo primero será observar y comunicar los cambios que se producen en la persona que ha sufrido la caída, si se alarga mucho el tiempo de inmovilización, si deja de salir como antes…Hay que proporcionar apoyo, pero no sobreproteger, no impedir que la persona realice actividades por si mismo, para ello se le puede apoyar en las tareas, pero poco a poco ir retirando estas ayudas hasta volver a la independencia anterior a la caída si es posible.

Debemos animar a la persona a realizar actividades que estén dentro de sus capacidades lo antes posible, evitando decir “no hagas esto que te caes”, sino explicar “no te vistas de pie” o “usa el bastón como te han enseñado que es más seguro”. A veces con supervisión es suficiente.

Prevención de caídas. Aprende a caer bien para reducir fracturas.

Las caídas son la segunda causa de muerte mundial por lesiones accidentales. No solo son mortales o con graves consecuencias en personas mayores de 65 años, sino en cualquier persona que presente condiciones musculoesqueléticas como la artrosis u osteoartritis, las cuales agravan las consecuencias de una caída a cualquier edad.

Entre las principales consecuencias derivadas de una caída encontramos:

  • Consecuencias físicas: En forma de lesiones como son los hematomas, fracturas (de cadera mayormente) y traumatismos craneoencefálicos, que a menudo resultan en un largo proceso de recuperación. Las lesiones mas leves suelen consistir en heridas abiertas en la piel, esguinces y distensiones.
  • Consecuencias psico-sociales: después de una caída se puede experimentar miedo a caer de nuevo, lo cual a su vez genera inseguridad y sentimiento de vulnerabilidad que hacen que la persona evite cualquier situación que considere de riesgo, lo que en realidad es una respuesta sobreprotectora que, a largo plazo, resultará en la restricción de actividades de la vida diaria y, por lo tanto, la perdida de independencia funcional, desarrollando el Síndrome Postcaída.
  • Consecuencias económicas: debido a la necesidad de rehabilitación y cuidados de larga duración tras la caída.

Para poder prevenir caídas debemos tener en cuenta que estas se dan, sobre todo en personas que cumple algunos de estos factores de riesgo:

  • Presentar alteración del equilibrio y audición.
  • Consumir varios tipos de medicación, como estabilizadores del ánimo.
  • Artritis y problemas articulares.
  • Presentar dificultades en funciones cognitivas como la atención, concentración y orientación.
  • Sentimiento de vulnerabilidad tras haber experimentado una caída previamente.
  • Desnutrición.
  • Dolor crónico, que genera menos movilidad y, por lo tanto, mayor debilidad muscular.
  • Incontinencia urinaria.
  • Hipotensión ortostática (sensación de marearse al levantarse bruscamente).